Pero para entender el título de este artículo, vamos a comenzar con algunos ejemplos que muestran que hay gente que se juega la vida por ciertas cosas, y gente a la que le da lo mismo lo que sea:
- Los ves cuando vas a jugar un partido de fútbol 5: están esos que hacen un gol y lo gritan photoshopeando en su imagen mental una cancha repleta, flashes y relatores, y mientras abren sus brazos sienten la consagración de sus sueños postergados durante tanto tiempo. Y están los que les da lo mismo correr, ganar, perder, hacer un gol en contra, o se dedican a hablar con los rivales contándose chistes. Eso saca de quicio a los pasionarios, que piensan lo que van a decir los diarios ficticios el día siguiente.
- Están los que el laburo les representa algo de satisfacción, necesitan desafíos (son los tipos Y según Douglas Mc Gregor), quieren hacer las cosas bien, son perfeccionistas y obsesivos, les irrita ver que otros compañeros de trabajo no ponen todo de sí, o regulan, o directamente delegan la tarea en otras personas pasionarias que no se dan cuenta de que las están usando.
- Eso lo vemos en el rubro de sistemas, donde es más natural ver que los no-pasionarios (que suelen tirar la frase "a mí programar no me gusta") prefieren correrse a tareas funcionales. Pero ojo, uno ve también programadores sin pasión: tipos a los que le da lo mismo programar bien que mal, usar variables con nombres representativos o variables "cuki", "boquita", "rabufetti" o directamente "i", "k", "j", gente a la que no le importa que el código quede prolijo o mantenible, que construye software cuyo desapasionamiento se nota hasta en la interfaz de usuario: las pantallas no tienen consistencia, en algunos casos Aceptar y Cancelar se invierten, o Aceptar es F4 en algunas pantallas y en otras F3, los campos están desalineados o comprimidos o con enormes espacios sin nada que contar, si te movés con Tab hacés saltitos de a 4 campos, etc.etc.etc. Claro, no me vengan a retrucar con que hay funcionales que sí son pasionales: los he visto y los conozco, y son más bien pocos: tipos que llegan hasta la médula (el código) y que no tienen miedo de entender la tecnología, tipos que llevan en la sangre algo más que el horario de 9 a 18 y la hora para almorzar.
- Pero fuera del rubro de sistemas esto también pasa: está el docente que busca los huecos administrativos para pedir licencias, el que siempre espera que otro docente "lo cubra" para los actos, para los exámenes, para preparar material y están los docentes que tienen en sus casas kilos de goma eva, papel glacé metalizado, los que investigan y preparan sus clases con el mismo ahínco con que la prepararon la primera vez.
- Están los mozos profesionales, esos que son capaces de retener lo que piden los clientes habituales, el timing justo para que la comida llegue para que el comensal lo disfrute, esos mozos de los restaurantes del centro que tienen cara de mozo, moño de mozo, saco de mozo y esa postura elegante, canchera pero formal. Y están los tipos a los que les da lo mismo servirte o no, los que los ves que están pensando en otra cosa, que no conseguís llamarlos para recordarles que querés queso para los fideos que se enfrían.